Javier Ceballos Jiménez: Patricia Highsmith: Crímenes imaginarios


Idioma original: Inglés
Título original: A suspension of mercy 
Traductor: Jordi Beltrán
Año de publicación: 1987
Valoración: Está bien 

Sidney (¿soy el único al que este le parece un nombre femenino?), Sidney, digo, es un escritor no demasiado exitoso. Lleva una existencia gris, plagada de discusiones conyugales, con su mujer, Alicia Bartleby. Un día acaba por agotar a su esposa, y ésta decide irse de casa, cosa que ya ha hecho en otras ocasiones en las que necesita algo de espacio. Esta vez, pero, Alicia no especifica el tiempo en que estará fuera. Las semanas avanzan sin que haya noticias de ella, y su ausencia inquieta a mucha gente. La familia y los amigos de Alicia empiezan a pensar que quizás su marido la haya asesinado. La forma de comportarse de Sidney al hablar del asunto, totalmente enturbiada por un humor negro que revela una completa indiferencia hacia el paradero de Alicia, no ayuda a que la policía o los medios de comunicación suavicen la impresión que el excéntrico escritor les ha producido. El propio Sidney pone a su imaginación al servicio de fabular que él ha asesinado y enterrado a Alicia, e incluso se ve a sí mismo como el verdugo de su esposa por momentos. A fin de cuentas, ¿acaso la alfombra enterrada, su libreta de crímenes, entre otras cosas, no apuntan en esa dirección?   

Patricia Highsmith lo ha vuelto a hacer. Cuando acabé de leer este libro (que, aviso, no me ha parecido estar, ni siquiera remotamente, entre los mejores que la autora ha escrito) alabé que hubiera construido, de nuevo, a un personaje de esos que tan bien sabe hacer. De esos que, como Mr. Ripley (protagonista de El talento de Mr. RipleyEl amigo americano, Ripley en peligro, etc...), o Edith y Cliffie (personajes de El diario de Edith), me ha parecido inmortal. Debido a su denso tratamiento psicológico y a su seductor carisma, Sidney mueve la novela sin esfuerzo. Quizás es bastante similar a otros personajes creados por la autora, pero el factor previsible de su forma de comportarse y pensar no quita que sea altamente disfrutable verle en acción.   

En fin. Los enredos a los que Higsmith nos tiene acostumbrados. Mentiras que son verdades y verdades desdibujadas por mentiras, ¿o eran verdades falsas? La tozuda voluntad de meternos en el fregado, de hacernos cómplices; Sidney, pobre Sidney, ¡que no te ocurra nada! Un nada sutil trasfondo misántropo, los susurros acerca de la pertinencia de desconfiar de la gente... La prosa concisa y directa. El ritmo algo irregular de todas sus novelas. Todo esto y más, señores, mucho más, en Crímenes imaginarios, libro que si bien no recomendaría a alguien que se quiera iniciar con Highsmith, creo que los incondicionales de la autora podrán disfrutar sobremanera. En cuanto a los que no conozcan a la escritora pero la premisa de esta novela les parezca interesante, que lean Wilt. Tiene un argumento más o menos similar, y aunque el tono se decanta hacia lo cómico, el libro está repleto de un humor y una crítica social realmente geniales.  


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