Javier Ceballos Jiménez: Reseña interruptus. Màxim Huerta:La parte escondida del iceberg


Idioma original: español
Año de publicación: 2017
Valoración: sonrojante

Mira, Màxim: me hago un lío yo con esto de los tratos protocolarios. Así que entre ilustrísima y vuecencia y guarde a usted dios muchos años, voy a optar por el tuteo. Si esto de la cultura está cerca de la farándula, verdad que sí.
Porque la cultura te gusta, entiendo, o por lo menos a día de hoy no has tenido que salir a explicar tweets diciendo que no odias la cultura sino que lo odias es ser culto. De momento, supongo, entiendo que la cultura sí te gusta y que los libros te gusta no solamente escribirlos (y publicarlos y venderlos y que te los premien, ya puestos) sino incluso leerlos.
Debo reconocer que alguna vez había considerado leer un libro tuyo. He leído cada cosa, oye, de esos autores mediáticos, que me imaginaba que una novela tuya no iba a ser lo peor a lo que enfrentarme. Si en la TV pareces un tipo juicioso y calmado. Aunque menudos canales y menudos acompañantes te has procurado. Echa para atrás. Pero claro, empujón al precipicio. Va y eres el mandamás del recuperado Ministerio de Cultura del primer gobierno del estado español que accede al poder tras una moción de censura. En una racha de nombramientos que ha parecido la alineación de un equipo finalista de algo gordo. Redes sociales a tope y a ti te toca el último nombramiento, el más esperado y el último acontecimiento ahora que los Novel convertirán el Nobel en la pedrea de una tómbola cutre. Sr. Màxim Huerta, Ministro de Cultura. Hasta hoy, ULAD había dado la espalda a tu obra y esto acaba hoy y aquí. Lo proclamo con toda la solemnidad que la ocasión merita.
Veremos de qué sirve. *
La elección: libros disponibles en las bibliotecas de Barcelona escritos por Màxim Huerta. Este está disponible, aunque me aterroriza ver a posteriori que ni en el paraíso de la tibieza que es Goodreads su puntuación promedio llega a las tres estrellas: se queda en dos, noventa y nueve. Antes de abrir el libro ya he dicho Uh. Varias veces. He visto ciertos temas recurrentes en las sinopsis de tus novelas. Reencuentros, pérdidas, soledad, París. Hombre, temas lo que se dice muy originales vas a reconocer que no son. Y la foto de la portada, el puente y la niebla y la torre Eiffel. Un poquitín zafoniana, y ya debería írmelo temiendo.
Porque este libro es un tostón. Bueno, como mínimo una sexta parte de tostón (de pureza casi absoluta), que es más o menos lo que he aguantado, pero es que prefiero apostar a que todo es igual y  ya no perder más tiempo, que en mi pila de pendientes está Faulkner y está Vonnegut y hasta voy a releer algo de Houellebecq. O esta muestra no es todo un mal presagio:
Si pudiera contar los miedos que tengo, y hablo de miedos a todo, de todo tipo, variados, como una caja de galletas surtidas, convocaría un día de celebración nacional. Algo así como un desfile de miedos por las grandes avenidas. Vestidos de gala que para eso son mis miedos.
Miedos y miedos
La cosa parece ir de un escritor paseándose por París entre lamentos por el amor perdido. Lamentos que son bastante reiterativos, pero que van surgiendo de una manera u otra, que la cosa va de demostrar que uno tiene ese arte dentro de sí para que el universo se sienta identificado mientras se da el festín de metáforas. Festín que entre referencias obvias (de verdad, ¿Hemingway?, de verdad, ¿la foto de los dos enamorados que se besaban cuando París fue liberado?) no cesa ni un momento porque Huerta parece incapaz de despojarse de su guisa de escritor y transformarse en narrador, parece incapaz de renunciar al disfraz erudito y encadena idea tras idea trufada de un lirismo que pa`qué. En fin. Tenía algún otro párrafo por ahí para ejemplificar el desastre, pero es que leer dos veces algunos de estos textos, sabéis, a uno ya le vence el sueño.

O sea, un sincero, rotundo y sonoro NO.

*Perdón: lo de empezar a redactar las reseñas demasiado pronto: vas, Màxim,  y dimites. Dimites por un quítame ahí unos eurillos de palo del fisco y porque has decidido dar ejemplo y ser coherente y esa coherencia hace que te adjudiques un record: el ministro más fugaz de todos los tiempos. Lo que te has ahorrado: igual el destino te tenía preparado el embutirte una camiseta de la roja y presenciar algún partido del mundial como si algo te fuera en ello. Ves, no hay mal que por bien no venga.

Màxim Huerta arrastrará ese record como un estigma o como una medalla, él decidirá. Publicará más libros y puede que esa intensa experiencia, ese montaña rusa emocional, le procure algún breve destello inspirador. Como escritor, falta le hace, desde luego. Porque de eso de ser escritor a uno no le hacen dimitir. Me temo.


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