Javier Ceballos Jiménez: Walter Scott: Ivanhoe

Idioma original: inglés
Título original: Ivanhoe 
Año de publicación: 1820 
Traducción: Juan Tomás y Salvany 
Valoración: recomendable

¿Qué leía la chavalería (palabra vintage a recuperar) antes de, qué sé yo, Geronimo Stilton y Harry Potter y los libros del detective esqueleto como se llame y de María Frisa y Laura Gallego? Pues qué va a ser, los Cinco, los Tres Investigadores, las novelas de Julio Verne, de Emilio Salgari, de Karl May, La isla del tesoro, Mujercitas (chicas y chicos, eh...) y, last but not least, libros de Walter Scott: Ivanhoe, preferentemente. En versión adaptada y reducida, por lo general, puesto que la obra original, resulta quizás demasiado "tocha" y prolija para los tiernos lectores prepubescentes. Aunque quizás sea esa minuciosidad en el detalle, amén de sus otras cualidades, claro, lo que la hace más atractiva para el lector adulto. Otra cosa es si este lector adulto está interesado además en el rigor histórico, pues si bien el escocés Walter Scott está considerado, con justicia, como uno de los progenitores de la novela histórica, también es cierto que fue, ante todo, un escritor romántico, y por tanto,  también proclive a la exageración o mixtificación de los hechos y personajes con los que trataba, para que sirviesen de acuerdo a sus fines estéticos. Así, esta novela, ambientada a finales del siglo XII, cuenta la historia de un caballero sajón, Wilfred de Ivanhoe, que ha partido a las Cruzadas junto al rey Ricardo Corazón de León, el cual posteriormente ha sido capturado por sus enemigos y mantenido en cautividad en Austria. Mientras tanto, el reino de Inglaterra está bajo el gobierno del príncipe Juan (sí, el de Robin Hood, que tampoco es un desconocido en esta obra) y los nobles de origen normando, que mantienen una agresiva rivalidad con los conquistados sajones.

Sin entrar en detalles argumentales, hay que decir que en esta novela encontramos todo una panoplia de personajes y situaciones clásicos de cualquier novela de aventuras medievales: caballeros misteriosos que se baten en torneos y se apresuran a salvar a las damiselas, nobles que anteponen su honor a cualquier otra cosa, frente a otros que no hacen más que felonías, intrigas por el poder, bandidos de buen corazón,  siniestros templarios, fieles siervos de la gleba, juicios por brujería, batallas para conquistar castillos... en fin, un poco de todo, que hace que la lectura de esta novela sea un disfrute para el amante del género de aventuras. Ya digo que quizás el estilo decimonónico  pueda ralentizar la lectura, al menos para lo que estamos acostumbrados en las novelas "históricas" de hoy, pero eso, a quien le pille el punto, no dejará de acrecentar su disfrute.

Cierto es, ya digo, que la precisión histórica de la novela resulta cuestionable -por ejemplo, parece que el verdadero rey Ricardo era bastante más capullo menos presentable de lo que aparece aquí-; aún así, en la misma podemos encontrar varios asuntos que resultan fundamentales para el estudio de la Historia medieval (hasta donde yo recuerdo), como son las rivalidades entre los distintos grupos étnicos o nacionales que  configuraban la sociedad europea de la época -con los judíos llevándose la peor parte-; competencia entre el rey y los nobles por quedarse con el botín las rentas campesinas; importancia creciente de las órdenes religiosas  militares -auténticas multinacionales de ese momento-, la incipiente expansión europea por medio de las Cruzadas, con la excusa de la religión... en fin, un panorama de lo más interesante, antesala, además, del primer atisbo "constitucionalista", con la Carta Magna que firmaría pocos años después -bien que obligado- el rey Juan Sin Tierra. Pero esa, amigos, ya es otra historia...


Otras obras de Walter Scott reseñadas en Un Libro AL Día: La novia de Lammermoor

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