Javier Ceballos Jiménez: Manuel de Pedrolo: La tierra prohibida (II)

Os pongo en situación: hará cosa de mes y medio reseñé las dos novelas que inauguran La tierra prohibida, tetralogía de Manuel de Pedrolo considerada por muchos como una de sus mejores obras. Esas piezas me dejaron un sabor agridulce; mientras que con la lectura de la primera quedé bastante indiferente, la segunda me encantó. Y dejadme adelantar que, por desgracia, las dos últimas novelas de la tetralogía reinciden en los defectos que ya se adivinaban en Las puertas del pasado y son incapaces de alcanzar los logros que en su momento cosechara La palabra de los verdugos.

Pero, antes que nada, aclaremos un par de cosas. Estamos, de nuevo, ante dos textos autónomos que, al mismo tiempo, se complementan. No estamos, sin embargo (o así me lo ha parecido a mí, oye) ante un mosaico compuesto por crónicas amargas vinculadas con lo dura que es la vida para el catalanismo en la Barcelona de posguerra. Sí, ya sé que eso es lo que se nos prometía en un principio, pero es que, en las historias compiladas en este segundo volumen, no me ha parecido ver en casi ningún momento la amenaza represiva del franquisimo. Al menos, plasmada con un mínimo de contundencia. Pedrolo se empeña en meter otro tipo de conflictos, como tensiones sexuales, en la trama. Los cuales, por si os lo preguntabais, distraen.

Y ya que hablo de tensiones sexuales, dejadme destacar algo. ¿Tengo que creerme a todos estos personajes, tanto masculinos como femeninos, sumergidos en una lujuria desacomplejada y abierta? ¿En esa época? Y, repito, ¿en esas circunstancias? Uf, no sé. Si Pedrolo se hubiera limitado a abordar este tema únicamente en Las puertas del pasado, probablemente no se me hubiera atragantado tanto. Pero verlo reflejado de forma tan descarada en dos de las cuatro novelas que componen La tierra prohibida es algo excesivo. Digo yo, vamos. 


Las fronteras interiores


Idioma original: Catalán
Título original: Les fronteres interiors
Año de publicación: 1977
Valoración: Se deja leer  

Las fronteras interiores es una especie de Lolita pero sin protagonista fascinante ni prosa cuidada. Un profesor, casado y con hijos, despierta el interés de una de sus alumnas. Y poco más tengo que añadir, salvo que hay en esta historia alguna que otra situación que ya es inverosímil de por sí, y que se hace todavía menos creíble según la lógica interna del relato y la visión panorámica de la tetralogía entera. Quizás el mayor lastre de Las fronteras interiores sean sus diálogos, igual de parsimoniosos que en el resto de las novelas que componen la tetralogía, pero aquí empapados de una banalidad cargante. 


La noche horizontal 

Idioma original: Catalán
Título original: La nit horitzontal 
Año de publicación: 1977
Valoración: Se deja leer 

A mi juicio, La noche horizontal sería mejor si se le hubieran añadido elementos de novela negra (género que tan bien se le daba a Pedrolo), ya que eso le habría granjeado un argumento más dinámico. Aunque, bien pensado, la premisa de La noche horizontal es, ya de por sí, interesante hasta cierto punto. Una célula resiste en secreto al invasor. Suena bien, ¿no? Pues sí, pero es en el apartado de la ejecución de esta premisa donde la novela flaquea. No es para menos: dicha ejecución transcurre con lentitud y es salpicada por pocos eventos. Si al menos hubiera algún personaje carismático capaz de mover el argumento... Y no, no me sirve Jordi Orsil para este propósito. Casi, pero termina siendo un quiero y no puedo.  


En definitiva, La tierra prohibida ha sido una lectura decepcionante. Tiene un innegable valor histórico, así como un relativo valor literario, pero lejos está de ser esa obra maestra de la que todo el mundo me hablaba. Ni dentro de la producción del autor, ni en el esquema global de la novela catalana de posguerra, logra despuntar demasiado. O al menos, eso me parece a mí. Porque si uno lee reseñas como las que le dedica Xavier Serrahima, no queda ninguna duda respecto a que para otros, esta tetralogía cumple de sobras con los objetivos con que Pedrolo la concibió.

De todos modos, que nadie piense que yo le resto méritos. La tierra prohibida es valiente, pero casi me parece más comprometida con temas sociales (como la aceptación de la homosexualidad, por poner un ejemplo), que políticos. Sobre todo en esta segunda parte de la tetralogía, donde los temas políticos se van diluyendo (en el peor de los casos) o repitiendo estérilmente (como sucede al abordar, por enésima vez, el tema del exilio).

Y, para colmo, en la prosa de que hace gala La tierra prohibida se nota la prisa con la que Pedrolo la redactó. Francamente, una lástima esa premura, y más teniendo en cuenta la cuidada edición, traducción y difusión con que se ha engalanado esta tetralogía ahora que se la ha reeditado después de tanto tiempo. 


También de Manuel de Pedrolo en ULAD: Mecanoscrito del segundo origen, Juego sucio, CrucifeminacióLa tierra prohibida (I)

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