Javier Ceballos Jiménez: Fiódor M. Dostoievski: Memorias del subsuelo


Idioma original: Ruso
Título original: Записки из подполья
Año de publicación: 1864
Traducción: Bela Martinova
Valoración: Imprescindible


Me da un poco de reparo reseñar esta obra. ¿Estaré a la altura de las circunstancias? ¿Lograré plasmar en estas líneas lo mucho que me gusta? ¿Qué puedo aportar yo, cuando se han escrito ríos de tinta analizando este clásico de la literatura universal? Bueno, no sé cómo saldrá esto, pero tenía que hablar de Memorias del subsuelo sí o sí. No es balde es, a día de hoy, mi novela favorita. Allá voy, pues.

Básicamente, Memorias del subsuelo narra la existencia gris de un funcionario anónimo. El minucioso retrato psicológico que Dostoievski hizo de este personaje permite al lector entender qué es lo que debe esperar de él tras las primeras páginas; y, pese a ello, nos seguirán sorprendiendo gratamente su comportamiento y su forma de actuar hasta que acabemos la novela. En otras palabras: Dostoievski acota la caracterización del «habitante del subsuelo», pero en ningún momento eso hace que sus acciones se vuelvan predecibles. Y es gracias a este margen para la sorpresa, precisamente, donde radica el poderoso giro final con que Memorias del subsuelo se cierra.

Pero, ¿por qué se habla tanto de esta obra? Por varias razones: es considerada una precursora del existencialismo; discurre a la misma altura (histórica y conceptual) que la moral del amo/esclavo nietzschiana; y anticipa ideas modernas como la psicopatía o la sombra junguiana. A estas dos últimas ideas, por cierto, las despatolagiza, además de volverlas amorales. Pero ya llegaremos a eso.

Lo primero que salta a la vista cuando uno lee este libro es la atípica estructura que presenta. Y es que Memorias del subsuelo tiene dos partes muy diferenciadas.

  • La primera, llamada "El subsuelo", está compuesta por once capítulos. Fue concebida de manera extraña: más que narrativa convencional, es una especie de monólogo introspectivo con que el protagonista del libro abruma al lector, una disertación semi-filosófica plagada de contradicciones, la densa exposición de ideas de un interlocutor que oscila entre el patetismo más derrotista y la arrogancia envalentonada. En esta sección se rompe constantemente con la cuarta pared, ya que el personaje apela de tanto en cuando al lector, ya sea de forma más o menos explícita. 

  • Por otro lado, la segunda parte del libro, "A propósito del aguanieve", consta de diez capítulos. Está redactada con un carácter narrativo más convencional que su predecesora, a modo de pasaje de novela; alberga algunos diálogos, además de descripciones de acciones y situaciones. Para mí, hace más dinámica la lectura global de la novela, y aunque al principio choca bruscamente con el formato previo, la transición entre ambas secciones es completamente orgánica, jamás llega a hacerse desconcertante. Asimismo, esta parte ayuda a ilustrar e indagar en los temas expuestos en "El subsuelo". 

Otro aspecto de Memorias del subsuelo que creo relevante es su protagonista, cuya presencia claramente absorbe todo el libro. Digámoslo sin tapujos: el habitante del subsuelo es un ser despreciable. Y no uno con quien puedas simpatizar, realmente. Al contrario que otros personajes dostoievskianos (que, precisamente, se basarán en este), nuestro protagonista apenas tiene aspectos redimibles. Lo mejor es que, nada más empezar el libro, él mismo lo reconoce. Nos confiesa: «Soy un hombre enfermo… Soy malo. No tengo nada de simpático.» Ciertamente, es alguien frágil y resentido. Malvado, incluso. O, al menos, a nuestros ojos. Porque según él, nosotros vivimos moral y racionalmente, y la vida sólo es interesante gracias a su negatividad. Uno no es libre si no opta por lo destructivo, por lo irracional. En otras palabras, y como ya había adelantado anteriormente, el hombre del subsuelo convierte en amoral su forma de ser. Y, según él mismo, es su forma de ser la que le eleva frente a los demás.

Este hombre, roto física y emocionalmente, reconoce que su frustración y su culpa lo acompañan todo el tiempo, pero no se victimiza por ello en ningún momento; de hecho, abraza su comportamiento, lo convierte en un estilo de vida. O, más bien dicho, en una filosofía de vida. Hay tintes autojustificatorios en esta decisión, no lo niego, pero lo fascinante del asunto es que él es a ratos consciente de ellos, a ratos no. Simplemente es una persona con tanto miedo a ser herido que prefiere atacar a los demás primero, un ser tan temeroso de ser rechazado por la sociedad que la acaba rechazando él primero. Y, al mismo tiempo, no lo es.

También el mundo, visto a través del habitante del subsuelo, es connotado por los dos ojos que lo escrutan. Así pues, sin que ésta sea realmente una intención patente de la novela, su autor nos arroja a través de ella ideas sobre la civilización, el amor, la sociedad, etc... Ideas de un carácter bastante nihilista, si se me permite.

En este tinglado, Dostoievski permanece neutral, no irrumpe en la historia para ensalzar a su personaje, sus opiniones, ni tampoco le recrimina nada. Sencillamente, se limita a entregarle las riendas de la historia. Y cuando las contradicciones de este ser del subsuelo afloran, jamás se obvian ni maquillan, sino que se ofrecen al lector para que éste extraiga sus propias conclusiones. Es una vez leído y releído este libro que uno debe preguntarse: ¿qué vas a hacer de ahora en adelante, cómo vas a vivir? Porque sí, por si no había quedado claro, Memorias del subsuelo es uno de esos libros que cala hondo en el lector, que le cambia la vida. Uno no es, no puede ser el mismo, tras cruzarse en su camino.


Otras obras de Fiódor Dostoievski en ULAD: El idiota, Crimen y castigo, El jugador, El eterno marido, Los hermanos Karamazov, Noches blancas


Ver Fuente

Comentarios

Entradas populares