Javier Ceballos Jiménez: Arthur Koestler: El Ártico desde la ventana de un zepelín

Idioma original: alemán
Título original: publicado dentro del libro Von weissen Nächten und roten Tagen
Año de publicación: 1931, como artículos en el diario Vossische Zeitung de Berlín; 1934, dentro del libro Von weissen Nächten und roten Tagen
Traducción: Francisco Uzcanga Meinecke
Valoración: está muy bien y, desde luego, de los más recomendable para amantes de las expediciones polares y /o los zepelines

Creo que no le estropearé a nadie la lectura de este libro si cuento de qué va, habida cuenta de que el spoiler, de haberlo, se encuentra ya en su propio título: en efecto, lo que cuenta este librito es una exploración del Ártico llevada a cabo desde un zepelín -en concreto el célebre y magnífico Graf Zeppelin LZ 127-, que tuvo lugar en 1931 y que contó entre sus miembros con el no menos célebre, al menos en tiempos posteriores periodista Arthur Koestler, como corresponsal del reputado diario berlinés Vossische Zeitung. La expedición, organizada por la asociación exploradora alemana Aeroartic, constituía un curioso ejemplo de acuerdo que quizá no pudiese darse en ninguna otra época: su principal financiadora era la Unión Soviética, pero también un millonario estadounidense aficionado a los vuelos polares y la Sociedad Filatélica Germana... (de todos modos, la idea original era aún más bizarra, pues fue cosa del magnate de la prensa Hearst, quien pretendía un encuentro en el Polo Norte entre el capitán Eckener, sucesor del conde Zeppelin, que comandaría el dirigible y un nieto de Julio Verne, que viajaría hasta allí en un submarino convenientemente rebautizado como Nautilus). Al final este curioso viaje -tampoco era el primero en este tipo de nave por el Círculo Polar Ártico- no llegaría más allá del paralelo 82 y su carácter sería eminentemente científico, sobre todo en los campos de la cartografía y la metereología, pero también contaría entre sus miembros con cameramen de cine y con el periodista Arthur Koestler, dispuesto a retransmitir a sus lectores las sensaciones y avatares de tan espectacular travesía. Koestler, a partir de sus artículos, recrearía el periplo en algunos capítulos de su libro De noches blancas y días rojos, los cuales ahora ha publicado en español Libros del K.O. como un volumen aparte.

Cabe decir que Koestler da cumplida cuenta de todo el viaje- en realidad, de poco más de una semana-, sobre todo teniendo en cuenta sus a la fuerza limitados conocimientos científicos. pero se defiende bastante bien con vívidas descripciones del paisaje y amenas explanaciones acerca de los progresos de la técnica y, de vez en cuando, sobre las ventajas y logros de la sociedad soviética, pues por entonces este periodista y escritor era un comunista convencido, igual que había sido un sionista entusiasta (luego dejaría de ser tanto una cosa como la otra). Al comienzo de su relato del viaje, de hecho, lanza algunas pullas ideológicas contra el doctor de la expedición, cuya querencia, al parecer iba más por la exaltación del volkgeist, la Heimat y esas cosas...(ya nos entendemos). Koestler, en origen Köstzler, era un húngaro de familia judía alemana.

Estas ironías, no obstante, son bastante inofensivas y hasta ingenuas, teniendo en cuenta el devenir político posterior en la vida de Koestler... De este libro queda sobre todo una imagen amable: un zeppelin sobrevolando en silencio la blanquisa, llevando en su seno una variopinta tripulación de alemanes, rusos y norteamericanos, con un judío húngaro como testigo y cronista. Una imagen de un tiempo en apariencia más amable que el actual -enseguida se vería que aquella era sólo una apariencia-, que sugiere una suspensión del tiempo y la vulgaridad del mundo, como en una peli de Wes Anderson.

Para concluir este librito, y enlazando con el final de la crónica de Koestler, que hace unas sarcásticas observaciones sobre la "zepelinomanía" que acometió a la Alemania del periodo de entreguerras, que tomó a estos artefactos como uno de sus símbolos patrióticos -"El cigarro plateado se convirtió para el pequeñoburgués alemán en el cuerno mágico de la saga; lo hechizó para obligarle a elevar los ojos y la nariz hacia el cielo de tal modo que, en su ufana embriaguez, ni veía ni olía lo que pasaba abajo..."-, el traductor al castellano, Francisco Uzcanga Meinecke se extiende en un último y delicioso capítulo titulado justamente Zepelinada sobre la historia de los dirigibles rígidos en Alemania.

Porque  estos chismes serían en gran medida objeto de la propaganda nacionalista alemana e incluso quizás, aunque no fuera culpa suya símbolos de la época del ascenso nazi al poder y su descenso hacia la locura bélica, lo sé, pero qué queréis que os diga: molan un montón, ¿o no? (aunque reconozco que siento una pizca de remordimiento: quizás debí dejar la reseña de este libro a mi compañero Koldo, que es a quien le pirra esto de expediciones polares y demás... Por otro lado, a mí me encantan los zepelines, así que la cosa está empatada. Y una reseña es una reseña... Lo siento, Koldo, pero #NoMercy!). Como decía uno de los poemas de un concurso convocado para exaltar la figura del conde Ferdinand von Zeppelin: "Cada niño, incluso el más pequeñín/ balbucea ya el nombre de Zeppelin". Pues eso.





Otros títulos de Mr. Koestler reseñados en Un Libro Al Día: El cero y el infinito, Llegada y salida


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