Javier Ceballos Jiménez: VV.AA. Ojos de aguja

Idioma original: varios
Año de publicación: 2000
Valoración: Recomendable (sobre todo para fans del género)

El microrrelato, ya saben, una página o dos, incluso menos, de narración comprimida al máximo, apenas un flash, un impacto. Algo que hay que saber hacer muy bien para que no quede en una simple ocurrencia. Podríamos discutir sobre si es un subgénero, o sobre dónde ubicarlo, hay quien lo considera un formato de segunda división, propicio para quien no es capaz de construir algo de mayor empaque, o para verter una idea aislada que a alguien le parece redonda y autosuficiente. A mí me parece algo quizá más próximo a la poesía que al relato breve, una especie de Twitter donde los límites de la extensión lo son todo: no hay espacio para desarrollar casi nada, sólo debe contener lo imprescindible, y todo ello. 

Ojos de aguja es una recopilación elaborada por José Díaz, y desde luego maestros del género no le faltan, no sé si en el ámbito del microrrelato, pero desde luego sí en el mundo de la literatura en general: Cocteau, Bioy Casares, Kafka, Rubén Darío, Oscar Wilde, Benedetti, Max Aub, y así un montonazo de nombres de esos que impresionan, incluyendo por supuesto a Monterroso, Cortázar y Borges, que se suponen más habituales en este campo, además de otros muchos, menos conocidos. Mayoría absoluta de autores españoles y latinoamericanos. Y claro, hay de todo.

Como tampoco voy a dedicar más espacio de lo que ocupan los propios relatos, dejaré solo unas pinceladas sobre algunos que me han llamado más la atención:
- La preciosa moralina de los hermanos Grimm en El pobre campesino, en el cielo
- El humor negro de García Márquez en la historia de un fusilamiento (sin título)
- La sutileza de un par de relatos de Bioy Casares y Monterroso
- La imaginación de Jose María Merino (Ecosistema) y Ángel Guache (Las apariencias del pintor)
- El experimento interactivo de Luis Britto (Subraye las palabras adecuadas)
- Los relatos que versan sobre estatuas de Juan Eduardo Zúñiga o de Oscar Wilde

Y así podríamos seguir un buen rato, porque tenemos más de cien pequeñas obras (no sé cuántas, porque no hay un índice) visitando el mundo de la fábula, la metáfora, la imagen mínima transformada en historia, el aroma oriental, el juego de palabras o el poder de la página en blanco. Todo lo cual constituye un compendio que recomiendo claramente a los amantes del género, y del que se desprende alguna reflexión sobre esta forma de expresión literaria.

En general, el microrrelato viene a ser una forma literaria sintética en la que prima sobre todo el ingenio, y que en un buen número de casos, seguramente una amplia mayoría, tiene un desarrollo lineal que podríamos llamar tramposo, que lleva al lector por un terreno más o menos convencional hasta que le descoloca mediante un quiebro, el elemento sorpresa que sobreviene muy cerca del final. Es con frecuencia un golpe irónico o una última línea, muchas veces metafórica, que sorprende al lector atacando por donde menos lo espera, alterando de repente la perspectiva o simplemente redondeando con una frase brillante, que parece constituir el objetivo, la esencia misma de lo que se pretendía contar. Por eso, aparte de a la poesía, como decía antes, el formato me recuerda muchas veces a un chiste, dicho sea con el debido respeto a los creadores. 

Aunque no soy lector habitual de microrrelatos, creo que el libro que estoy comentando es un muestrario bastante amplio y entiendo que también de un nivel apreciable como para considerarlo significativo, y aun encontrando textos muy estimables, algunos realmente brillantes, otros divertidos y casi todos sorprendentes, me queda la sensación de que pocos autores escapan de ese esquema al que me refería. Son magníficos los relatos de Borges, de Italo Calvino, de Onetti o de Rubén Dario, por no extenderme más, pero apenas unos pocos se salen de la fórmula y exploran otros terrenos, el Luis Britto que citaba antes, Ana María Shua y quizá alguno de los varios que tiene Cortázar. En este sentido puede que me haya quedado una pequeña decepción. 

Y, como poco menos que profano en el género, me planteo si será que la recopilación en concreto puede haber pecado de conservadora dejando fuera ejemplos más arriesgados, o si a lo mejor estaba esperando cosas que sencillamente no existen.



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