Javier Ceballos Jiménez: Gustavo Adolfo Ordoño: La guerra de Ifni


Idioma original: castellano
Año de publicación: 2018
Valoración: Está bien

Salvo aficionados a la Historia o la geografía, y salvo los muy muy veteranos –no sé si hay alguno por aquí-, no muchos de los que lean esto sabrán lo que es Ifni. Y muchos menos aún, seguramente ninguno, habrán tenido noticia de que en ese lugar, en pleno franquismo, hubo una guerra entre España y Marruecos que duró unos meses. Pues amigos, vuestra ignorancia es normal y disculpable, porque el territorio en disputa carecía de toda importancia, y el episodio bélico fue convenientemente ocultado por la dictadura como ahora veremos.  Precisamente estas dos circunstancias (el objeto del litigio y su tratamiento informativo) son las que proporcionan cierto interés al libro que nos ocupa.

Por centrar un poco los hechos, Ifni era un muy pequeño territorio en torno a una también muy pequeña población (Sidi-Ifni), que constituía un enclave español en el sur de Marruecos, cuando España todavía poseía lo que se llamó el Sáhara occidental español, que a su vez dio lugar a graves, conocidos y persistentes problemas en su proceso de descolonización. Ifni era una de esas rarezas históricas, poco más que una pesquería, de valor estratégico muy limitado, cuya existencia como enclave derivaba de un viejo y confuso tratado del siglo XIX, revitalizado en época de la República (Chaves Nogales escribió sobre el tema). Según parece, en relación directa con la reciente independencia de Marruecos –y con el nunca confesado apoyo de sus nuevas autoridades- en 1957 Ifni sufrió el ataque de grupos guerrilleros frente al que apenas pudieron resistir guarniciones españolas poco y mal dotadas, compuestas en buena parte con soldados sin experiencia ni preparación. La consecuencia de este absurdo fue una guerra no declarada que duró seis meses, cerca de un centenar de muertos del lado español, y todo para que el territorio fuese restituido a Marruecos unos años más tarde. Vamos, un episodio dramático y ridículo a partes iguales, algo muy propio del Régimen.

Antes de nada hay que advertir que el libro apenas nos pone en conocimiento de los hechos concretos. Se diría que el autor diese todo ello por conocido, lo que resulta paradójico dada su insistencia en la escasez y opacidad de la información, pero el caso es que casi hay que imaginar lo ocurrido, porque de lo único de lo que nos habla es de su reflejo sobre el Régimen y la consecuente respuesta de éste. Tal vez porque es lo más interesante que puede deducirse de estos acontecimientos, porque pone luz sobre la actitud del franquismo en su doble esfera exterior (relación con el mundo árabe y los procesos de colonización/descolonización) e interior (hacia la sociedad española del momento y hacia el estamento militar).

Sin pretender reproducir las tesis expuestas en el libro, podríamos resumir la respuesta del gobierno de Franco en tres fases que en algunos momentos se solapan:

  • El desconcierto. La actitud oficial con respecto a las posesiones africanas engloba muchos matices (voluntad de satisfacer a los militares africanistas, cierto deseo ingenuo de emular las ‘hazañas’ coloniales de otras potencias, competencia directa con Francia), pero quizá predomina una especie de paternalismo que a su vez dio lugar al deseo de actuar como puente entre Occidente y el mundo árabe (un deseo realmente fundado en nada, y que ha perdurado en todos los gobiernos españoles posteriores, curiosamente con más fuerza en los de signo progresista). Con todo esto, el hecho de que ese patio trasero con el que tan buena relación había y al que se pretendía proteger (pónganse todas las comillas necesarias) se rebelase de forma violenta, dejó descolocado a Franco, que no supo reaccionar.
  • El silencio. En parte como consecuencia de lo anterior, el primer movimiento es un apagón informativo total. Pero no solo por no saber qué hacer con el asunto: cuando se empezaban a suavizar los efectos de la Guerra civil (finales de los 50), se considera que la sociedad no encajaría bien la idea de sumirse en otro conflicto bélico. Y además la situación no era para sacar demasiado pecho: el territorio en disputa estaba mal defendido, con dotación escasa y mal preparada (mayoría de soldados de reemplazo), y los medios obsoletos de un Ejército ineficaz, anclado en la verborrea y la parafernalia.
  • La mentira. Pero, claro, cuando empieza a haber cadáveres por medio la cosa se pone complicada. Entonces se recurre a combinar el silencio con puntuales informes sobre gestas y heroicidades, de forma que el Régimen pudiera enarbolar la figura de algunos mártires, que siempre son útiles para mantener la llama del patriotismo y contentar al auditorio (jerarquías, pero también ciertos sectores populares). Hubo por ahí un par de nombres que adquirieron cierta relevancia y gozaron de algún homenaje pero, según cuenta Ordoño, la gran mayoría de combatientes fueron ignorados y aun hoy siguen formando plataformas en internet para reclamar algún tipo de reconocimiento, o simplemente que se haga justicia con sus nombres.

La conclusión del episodio es igualmente absurda. La mayor parte del territorio fue abandonado y por tanto ocupado por los guerrilleros marroquíes, conservando España únicamente la capital Sidi-Ifni y un pequeño perímetro exterior. Esta ridícula posesión sería declarada provincia española… y diez años después (1969) restituida a Marruecos. Vamos, todo un proceso disparatado, alentado en principio por las ansias imperiales, sustentado después en satisfacer al poderoso estamento militar, para acabar, demasiado tarde y de mala manera, teniendo que aceptar la realidad de un proceso descolonizador que ya se venía desarrollando desde bastantes años antes.

Bien, si les interesa el tema, ahí está el libro, muy bien documentado y que ahonda en los asuntos que modestamente me he permitido resumir. Tiene en su contra cierto déficit de información en los hechos concretos y, por qué no decirlo, una sintaxis peculiar que a veces entorpece la lectura. Y si no les interesa en absoluto, pues eso, que ULAD estará mañana aquí mismo, con la puntualidad habitual, para proponer otras cosas que seguro les van a gustar.



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