Javier Ceballos Jiménez: Manuel Puig: Boquitas pintadas

Idioma original: Español
Año de publicación: 1972
Valoración: Muy recomendable

He de confesar que hasta llegar a “Boquitas pintadas” no había leído nada de Manuel Puig. Bueno, ni había leído ni me había interesado lo más mínimo por su obra. Grave, gravísimo error el mío porque “Boquitas pintadas” es una magnífica novela. Desde luego, si el nivel medio de su obra es este, estoy seguro de que Manuel Puig será uno de mis autores de cabecera.

Centrándome en "Boquitas pintadas", creo que  el principal mérito de la novela radica en el perfecto engranaje entre fondo y forma (pese a su brutal contraste) y en la capacidad del autor para aunar en el texto cultura popular y vanguardia "literaria".

El fondo de la novela es un dramón de tomo y lomo, digno de las primeras películas de Pedro Almodóvar (a medida que avanzaba en la lectura de la novela, más me venían a la cabeza “Mujeres al borde de un ataque de nervios” o “Tacones lejanos”, aunque salvando las distancias en lo que a clases sociales se refiere): triángulos amorosos, deseo, sexo, embarazos, enfermedades, abusos, miseria, muerte, venganza, etc. Pero lo que este argumento aparentemente trivial esconde no es otra cosa que una profunda exploración de los mecanismos del deseo y el sexo y una crítica de la condena que los roles impuestos por la condición social o el género suponen.

La forma está determinada por la combinación de elementos ligados a la cultura de masas y de técnicas narrativas  experimentales. La cultura de masas aparece en las referencias cinematográficas, musicales y radiofónicas que inundan la novela. Las técnicas narrativas experimentales de las que Puig hace uso convierten a “Boquitas pintadas” en un collage alejado de la narrativa “convencional”. Puig combina cartas, diarios, diálogos, monólogos interiores, partes médicos, atestados policiales y breves fragmentos en los que la voz es otorgada a un narrador en tercera persona que marca, a través de enumeraciones, frías descripciones, datos objetivos, horarios, etc, una tremenda distancia con los hechos que narra.

Pero ya digo que es la combinación entre ambos aspectos lo que permite que la novela funcione. La fragmentación de la narración, el hábil manejo y dosificación de la información y la lenta pero minuciosa (re)construcción de la vida y psicología de los personajes hacen que las páginas de la novela pasen a toda velocidad. Ahí está la clave; en extender los límites, en romper las fronteras y en conseguir que el texto cumpla a la perfección su función artística y lúdica.

También en ULAD de Manuel Puig: El beso de la mujer araña

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