Javier Ceballos Jiménez: Claudia Piñeiro: Catedrales

Idioma: español
Año de publicación: 2020
Valoración: entre recomendable y está bien

Hace treinta años, apareció en un solar baldío de Adrogué, localidad del conurbado de Buenos Aires, el cuerpo desmembrado y quemado de Ana Sardá (*), la hija adolescente y más joven de una familia de clase media y arraigadas creencias católicas. El descubrimiento del cadáver de Ana, en principio y a todas luces, víctima de un horrendo crimen, resulta un revulsivo para su familia y amigos, un suceso emético que hace sacar del equilibrio familiar las disensiones y secretos que hasta entonces existían... o no, quizás lo que ocurra es que el secreto se oculte de forma más profunda y sólo la narración de la historia por los diversos personajes que la vivieron o conocieron sea capaz de hacerlo salir de la oscuridad...

El crimen y la religión católica son los dos ejes, las líneas que se entrecruzan para conformar la estrucutra de esta novela de la argentina Claudia Piñeiro, escritora avezada ya en esto de escribir novela negra o criminal. En este caso, lo más interesante, aparte del suceso en sí y su resolución, es cómo esta se produce a través, como digo, de la narración que hacen los diversos miembros de la familia, más una amiga de la víctima -amable e irónica alusión a Borges, por cierto, quien, si no me equivoco, en algún momento de su vida fue también vecino de Adrogué-, un detective contratado para volver a investigar el caso... No se trata tanto de que cada uno nos dé su versión, como que se van relevando en hacernos conocedores de los pormenores de esta historia, pasándose de unos a otros el testigo de la misma, como si fuera el balón que los miembros de un equipo de rugby se van pasando para avanzar hasta la línea de ensayo. 

Así las cosas, lo peor que se puede decir de esta novela es que, a partir de cierto momento, no quedan muchas dudas acerca de lo ocurrido a Ana y de quién lo hizo; tan sólo quedan por conocer los detalles más truculentos... De  hecho, es el lector, en la mayor parte de la novela, quien va por delante de los narradores del caso criminal y lo que no se sabe resulta fácil de adivinar. Aún así, hay que reconocerle a la autora la originalidad del planteamiento y que consiga que la novela siga resultando absorvente y conmovedora, en más de una ocasión. Para quién le interesen esas cosas, también plantea o propicia que se puedan plantear ciertas cuestiones relativas a la doctrina católica y, sobre todo, a la forma que tiene de moldear el pensamiento de sus creyentes. Es una novela, en fin, que explora un trasfondo de culpa y remordimiento, pero también cómo se pueden sobrellevar éstos, de maneras más honestas o más torticeras. Que de todo hay en la viña del Señor...

(*) Por cierto, que durante toda la lectura de este libro no dejé de acordarme de esta entrada de mis compañeras de blog sobre la recurrentepapel de víctimas que se reserva a las mujeres jóvenes en la novela negra.


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