Javier Ceballos Jiménez: Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares: Los que aman, odian

Idioma original: Español
Año de publicación: 1946
Valoración: Entre está bien y recomendable

"Los que aman, odian" es el título del único libro escrito a cuatro manos (o por lo menos el único que fue publicado) por ese "extraño" matrimonio compuesto por Adolfo Bioy Casares (AKA el amigo guapo y menos talentoso del genio) y Silvina Ocampo (AKA la hermana pequeña y feucha de Victoria Ocampo). Se trata de una novela policial de marcado tono british, un divertimento o pequeña y, por momentos, encantadora broma privada que, pese a cierto tono paródico - ¿Cuándo renunciaremos a la novela policial, a la novela fantástica y a todo ese fecundo, variado y ambicioso campo de la literatura que se alimenta de irrealidades? ¿Cuándo volveremos nuestros pasos a la picaresca saludable y al ameno cuadro de costumbres? -, no logra escapar de algunos de los clichés del género.

Así, habemus asesinato en un balneario de la costa, médico homeópata con ínfulas de literato y de detective privado, personajes variopintos y que quizá no son lo que parecen (comisario de policía también aficionado a la literatura, niño "rarito", etc), enredos sentimentales, morfinómanos, joyas, sucesión de pistas falsas, sospechas más o menos infundadas y sorpresa final relativa. Nada excesivamente sorprendente, ¿verdad? Este no poder escapar de buena parte de los clichés del género, junto a un final un tanto abrupto y que, en cierta forma, desentona con el resto de la narración son sus dos principales puntos débiles. 

Lo anterior no quita que la novela posea una serie de virtudes que hemos de reconocer. La primera de ellas sería su ambientación, ese situar a los personajes en el escenario cerrado y un tanto claustrofóbico de un caserón que semeja un barco varado en medio de la arena o un submarino que ha ido a pique. La segunda sería que Ocampo y Bioy se centran, a mi modo de ver, más en los personajes que en la acción. La tercera, el exquisito lenguaje que manejan los autores. Y la cuarta y última, y quizá la más importante, es que la novela entretiene y divierte, que es de lo que se trata.

Además, y esto ya no es ni defecto ni virtud, los seguidores de la literatura de Ocampo y/o de Bioy pueden encontrar en estas páginas algunos elementos muy asociados a la obra de uno y de otro. Por ejemplo, el niño Miguel podría ser perfectamente el personaje central de alguno de los relatos de Ocampo y ciertas imágenes que se producen por efecto de una brutal tormenta de arena podrían aparecer en algún que otro texto de Bioy. Aunque, bien pensado, quizá esto sea parte del problema: esperar de este libro algo que realmente no es.


También de Adolfo Bioy Casares: La invención de Morel (Reseña y Contrarreseña), Diario de la guerra del cerdoEl lado de la sombra

También de Bioy & un tal Borges: Crónica de Bustos Domecq

También de Ocampo & Bioy & un tal Borges: Antología de la literatura fantástica


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