Javier Ceballos Jiménez: Semana del ensayo #4: La economía WTF, de Tim O´Reilly

Idioma original: inglés
Título original: WTF
Traducción: Rebeca Bouvier Ballester
Año de publicación: 2018
Valoración: Interesante, 
Bastante recomendable

Y no paramos con lo de las cubiertas, eh? Aquí tenemos un caso flagrante de cómo una presentación espantosa (colores chillones, tipografía sensacionalista, latiguillos horteras) no solo puede hacer huir al lector más sosegado, sino que además desentona considerablemente con el propio contenido del libro. Menos mal que tienen ustedes un lector y reseñista que no se arredra ni siquiera ante el mal gusto. Porque, oiga, lo que tenemos delante no es el texto de autoayuda que parece para fanáticos de la tecnología o estudiantes de empresariales. Es bastante más, al menos a ratos, porque cuatrocientas páginas dan para mucho.

Tim O´Reilly es un señor formado en lenguas clásicas y fundador de una editorial de libros sobre informática que, como tantos otros, terminó abducido por ese mundo de la tecnología del que se convirtió en importante animador hasta ser designado con ese absurdo y manoseadísimo título de gurú, allá por Silicon Valley y entornos similares. De manera que este hombre sabe casi todo lo que hay que saber de estos temas, y a partir de ahí se dispone a explayarse, aparentemente, sobre cómo será el futuro gracias a la revolución tecnológica que vivimos. 
En principio tenemos más o menos lo que esperábamos: una exposición sobre la fase embrionaria del software, las tentativas para amarrar bajo patentes los sucesivos avances y el triunfo final de eso que se llama código abierto que, para los que no entendemos casi nada de esto, sería una especie de libertad de acceso más o menos generosa al código fuente, de manera que otros desarrolladores puedan modificarlo o mejorarlo. Estamos todavía dentro de lo que podríamos llamar género tecnológico-empresarial-norteamericano, con sus patologías habituales: cierta megalomanía, frenesí de nombres propios asociados a sus cargos directivos,  algunas dosis de egolatría, tics autoreferenciales y puntuales ráfagas de ingenuidad. Pero dejemos seguir a O´Reilly.

Este rollo del código abierto le lleva a mostrar su entusiasmo por el concepto de plataforma, o sea, un montaje tecnológico complicado que sirve de fundamento para articular nuevos negocios. Entre ellos (unos más ajustados a este peculiar modelo, y otros menos) aparecen nombres que a todos nos sonarán para bien o para menos bien, ya sea Google, Uber, Airbnb o Amazon, por citar los más conocidos. Las más brillantes de estas iniciativas reciben el simpático calificativo de unicornios, y muestran la cara más exitosa de lo que O´Reilly llama el momento WTF, el triunfo de la creatividad empresarial del siglo XXI de la mano de los recursos digitales. El autor explica los mecanismos de empresas sin empleados ni estructura (o casi), como Uber, la transformación de simples portales de venta on line en plataformas de alcance monstruoso (Amazon), o los algoritmos de Google para dar lugar a esos posicionamientos por lo que pelean publicistas e informáticos de todo el planeta (uno de los pasajes más interesantes). Se podría decir que el capitalismo ha encontrado su paradigma perfecto: generar volúmenes mareantes de ingresos convirtiendo a los trabajadores en ‘proveedores independientes’ y dejando que el mercado mismo sea el único en marcar los límites de lo aceptable.

Sin embargo, la posición de O´Reilly, o no es tan entusiasta como parece, o adquiere matizaciones según avanza el libro. Hay cierta preocupación porque este concepto libérrimo de internet, las redes sociales o los negocios nacidos de todo ello no terminen sirviendo más que a intereses mercantiles y que a la larga hasta puedan verse perjudicadas las altas expectativas de todo el sistema. Aunque reproduce una cita ajena, entiendo que O´Reilly lo suscribe, al menos en parte: ‘Las mejores mentes de mi generación están pensando en cómo hacer que la gente haga clic sobre anuncios. Vaya mierda’

No solo eso, sino que el autor se lanza a poner en cuestión uno de los principios inamovibles de las sociedades de capital: que su objetivo fundamental no puede ser otro que aumentar el valor para sus accionistas (algo que se repite como un mantra en las Escuelas de negocios). Con este cambio de tono, el libro se interna en un ámbito bastante sorprendente. O´Reilly hace una síntesis, muy compacta pero muy atinada, de los momentos clave de la economía desde el siglo XIX hasta la actualidad, analiza el impacto de la financiarización (palabro muy descriptivo aunque dudosamente correcto) de la economía en las últimas décadas y su traducción en un incremento de la desigualdad: desigualdad en la trayectoria de las empresas según se entreguen al juego de los mercados financieros (dice que la suya no lo ha hecho), y desigualdad, desbocada, en la renta de los individuos. Se apoya en muy numerosas citas a la vez que muestra una clarividencia que ya la quisieran muchos economistas (no digamos los políticos), con una influencia importante de las tesis de Thomas Piketty en El capital en el siglo XXIDigo que resulta sorprendente porque, además de que el tema se aleja un tanto de la exposición inicial, la perspectiva es bastante rompedora para alguien que parece un triunfador en ese peculiar mundillo. 

Insisto en que no son bobaditas de millonario con cargo de conciencia que dedica su fortuna a una filantropía difusa, suponemos que ahorrándose algunos impuestos por el camino. La exposición está muy bien argumentada y, aunque en el fondo entiendo que O´Reilly no pone en cuestión los fundamentos del sistema (pienso que sigue siendo un liberal a tiempo completo), seguramente para algunos de sus ávidos lectores terminará pareciendo un peligroso radical. La suya viene a ser la posición de lo que, parafraseando un poco, podríamos denominar capitalismo de rostro humano, una forma de defender el esquema general aunque potenciando, por su propia supervivencia, valores que interesan a la sociedad en su conjunto. Si nos ponemos cáusticos podríamos recordar que un gran colectivo de ciudadanos con un nivel de vida aceptable es también una gran masa de potenciales consumidores para retroalimentar el sistema, y algo de esto se deja leer entre líneas.

Pero no tengo por qué poner en duda la sinceridad del autor. Nos cuenta algunos entresijos interesantes de ese complicado mundo de las grandes tecnológicas, subraya una y otra vez el valor de la iniciativa y la creatividad, y defiende que los medios a nuestro alcance, que intuye crecerán de forma exponencial en el futuro, deben servir para empoderar a trabajadores de todo tipo, abrir nuevas perspectivas económicas y, en definitiva, en ese lenguaje tan geek-divulgativo, construir un mundo mejor para todos. Inteligente, bienintencionado, relativamente crítico, interesante, un libro que merece leerse a poco que susciten algo de curiosidad los variados temas que toca.

 

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