Javier Ceballos Jiménez: Leer en 2021

 

Olvidemos, por un momento, la circunstancia que acapara la atención del planeta desde hace aproximadamente un año. O intentémoslo, vamos. Simplemente porque pensemos que estamos en un paréntesis tras el cual el mundo (quizás un mundo más temeroso ante lo que no conoce) continuará casi igual. En este mes de marzo ULAD se incursa en ese difícil decimotercer año y lo hace sin aparentes acontecimientos que amenacen nuestra cotidiana labor. Leemos, escribimos sobre lo que leemos, comentáis, se abren cuadros de diálogo de contenido dispar, volvemos a empezar. Todo normal. Nos llama la atención un comentario quejándose - de manera cordial y educada - de que cierta semana temática - la del ensayo - vaya a continuar hasta ser eso, una semana, como si quien firma el comentario esté reivindicando un regreso a otro género, especulo, quizás un género más ligero o más puro como la ficción en alguna de sus modalidades o más estético o más lúdico. Pero esa queja impacta a quien esto escribe y hace entrar cierto apetito por la polémica. 

¿Son los géneros alejados de la creación literaria unos intrusos? Exigimos al escritor no solo un estilo depurado, una escritura agradable, un desarrollo intelectual coherente, un sentido moral aceptable, etc. no nos contentamos con ello, también  debe ser creativo, imaginativo, innovador... En todo caso no ha de limitarse a explicar las cosas con una tonalidad personal, ha de hacer algo más que nos impacte y que nos haga salir del entorno físico lector. Ha de movernos hacia territorios inexplorados y de eso, parece ser, no creemos que todos los géneros sean capaces.

El caso es que, merced a la extraordinaria amplitud de la oferta de ocio existente, la literatura se ve obligada a dar respuesta a todas ellas. El mundo lector, el mundo lector fiel como nos gustaría concebirlo, se contrae y se quiebra y padece bajas constantemente, sobre todo por la asequibilidad y la inmediatez de las pantallas. Podemos lamentarnos o podemos plantar cara, podemos estar discutiendo, teorizando o polemizando y algunos enarbolarán la bandera de la pureza como preservación de las esencias. Aquí podemos pensar si los géneros creativos o puramente estéticos son patrimonio de esos preservadores, si pertenecen a una élite que puede degustarlos por placer, si los géneros más escorados hacia el ejercicio intelectual son patrimonio de ciertas minorías (asociadas con el pensamiento progresista por su esencia basada en reivindicar y ejercer el pensamiento crítico), si la literatura ha de ceñirse a gustar a quien solo quiera eso o si ha de ser una locomotora que estimule (y por tanto perturbe de un modo u otro) al lector, y está claro, porque parece ser que cada vez más gente escribe y es leída en uno u otro soporte - incluido internet, incluidos los blogs - y que estamos abocados al mestizaje absoluto: autoficción, crónicas noveladas, ensayos, novelas autobiográficas, textos en tierra de nadie que juegan (o juguetean) con el lector. Periodistas que publican novelas y novelistas que ostentan columnas en medios de máxima difusión, todos, como dijo Herralde, compitiendo por hacerse con el tiempo libre del público. Sagas de best-sellers que parecen guiones extendidos para series en streaming, poetas mediocres declamando slogans para tazas de desayuno, editoriales ávidas de presentar novedades y atraernos con sus fajas endogámicas. Leer en 2021. 

¿Más fácil que nunca, o más difícil que nunca?




Ver Fuente

Comentarios

Entradas populares