Javier Ceballos Jiménez: Milena Busquets: Gema

Idioma original: español

Año de publicación: 2021

Valoración: se deja leer

Vaya por delante mi premisa de otorgar segundas oportunidades a aquellos autores que me han despertado poco o escaso entusiasmo, aunque muchas veces me haya empujado un travieso instinto de corroborar cierta impresión, y he de confesar que este era el caso con Gema.

También esto pasará, anterior novela de la autora, me pareció un ejercicio insufrible de pose trascendente de nuevo cuño, (resumiendo: lloro, luego follo), y me lo sigue pareciendo y, desde luego, aunque me he resistido a contaminar mi opinión releyendo mi reseña (han pasado cinco años) no tenía ningún buen recuerdo, así que he de reconocer que empecé a leer este Gema con cierta predisposición, más habiendo leído breves sinopsis donde constataba que el libro volvía al trillado campo de los textos elegíacos sobre personas cercanas fallecidas.

Entonces ha resultado que Gema me ha parecido una mejor novela que aquélla, como si la autora hubiera tomado consciencia de lo desproporcionado de la repercusión de la anterior, como si hubiera intentado no repetir paso por paso sino obviar ciertos aspectos más proclives al lagrimeo y aligerar carga emocional, cosa que repercute en un texto obviamente más liviano.

Gema es el nombre de una compañera de colegio de la autora que falleció a los quince años por leucemia. La protagonista, obvio alter ego de la autora, se obsesiona con su recuerdo e indaga sobre lo sucedido a partir de la rememoración de su último encuentro con ella en el patio de la escuela, el avance de sus indagaciones se combina con diversas escenas de su vida cotidiana, la de una atribulada y desorientada escritora y traductora de media edad, que vive con dos hijos de 11 y 17 años, residente en el Upper Diagonal barcelonés y con variadas referencias (Cadaqués, el Liceo Francés, residencia a los pies del Tibidabo, clubes de tenis, etc.) a esa endogámica high-class barcelonesa a la que Busquets no puede evitar pertenecer, mencionar y representar, cosa que aporta, y aquí sí que evocamos su obra anterior, una despreocupación y un tono de algo incómoda frivolidad burguesa, pero no vamos a pedirle a Milena Busquets que se nos persone como una modesta ama de casa del barrio del Poble Sec con problemas para cuadrar la economía familiar.

Si no fuera porque esa persecución del recuerdo le aporta cierto esqueleto narrativo, el nivel sería el de una recopilación de artículos de experiencias personales escritas para una revista de moda. No es que la redención sea para echar cohetes: se trata de una novela totalmente insulsa escrita con un estilo correcto y es de agradecer que se hayan evitado las sentencias grandilocuentes y las reflexiones de andar por casa, pero de tan escaso mérito a recomendar la lectura más que a quien le apetezca formarse una opinión -por si a algún chalado le da por hinchar el globo, como pasó con la anterior - media un abismo. No aborrecerla ya me parece un milagro, quizás me haya hecho mayor o, esperad, quizás Busquets se haya dado cuenta de que el puesto número 1 en el podio de escritores lloricas le ha sido merecidamente arrebatado.



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