Javier Ceballos Jiménez: Vicente Espinel y la décima espinela, ciertos mitos y algunas verdades
¿Fue Espinel el Inventor de la décima?
¿Fue la fórmula de la espinela idea de él?
¿Cuántas espinelas escribió?
¿Por qué su fama?
Trataré de responder estos enigmas.
Las tres cosas que muchos dicen sobre Espinel
Es común escuchar sobre las hazañas poéticas de Vicente Espinel. Suelen ser repetidas entre decimistas y admiradores del poeta. Muchos vociferan:
- “¡Espinel es un grande! ¡Él creó la décima!”.
Otros gritan:
- “¡Espinel es un grande! ¡Él creó la décima espinela!”.
Otros más repiten a viva voz:
- “¡Escribió miles de décimas! ¡Es el mejor!”.
Esas y muchas otras frases puede usted escuchar en tertulias y encuentros de aficionados. También lo repite gente preparada en la materia. No obstante, en lo que compete a estas tres afirmaciones aquí mencionadas —a pesar de parecer las dos primeras idénticas, y las tres verídicas—, dos son históricamente erradas. Y sí, son producto de la repetición, la aceptación de criterios por falta de preparación y la misma imaginería popular.
Aclarando un poco lo que se dice
La primera frase es errada. Espinel no inventó la décima. Esta forma poética existía años atrás, antes de que él siquiera naciese. La tercera frase, también es errada. Espinel no escribió miles de décimas. De hecho, no llegó a cien siquiera. Pero, se preguntarán:
- “¿Y quién inventó la décima?”.
- “¿Por qué espinela?”.
- “¿Cuántas décimas escribió Espinel?”.
Vamos por partes, primero es necesario aclarar términos.
¿Qué es una décima?
En poesía, una “décima”, a secas, es una estrofa de 10 versos, octosílabos. Preferible y comúnmente, con rimas variables según el poeta que le hiciese a su gusto y parecer. En ese mismo orden de ideas, hablar de un inventor de la “décima”, es muy osado y resulta difícil por la escasez de material de la época al respecto. (Siglos XIV y XV).
Lo cierto es que, estructuralmente, una décima, dentro de sus formas antiguas comunes, está compuesta por dos “quintillas” (estrofas de cinco versos de arte menor con rimas variables). Ejemplo: ababacdcdc, donde los versos 5 y 6, respectivamente, sirven de conectores, tanto de la idea del mensaje que quiere trasmitir el poeta, como de la musicalidad o canto del poema. Esa versificación que se muestra aquí, no es la única existente. Se podría decir que, por cada poeta, un tipo de décima.
La popularidad de la forma poética ideada por espinel, la “espinela”
Lo que ocurrió fue que, con el pasar del tiempo, algunas formas se fueron haciendo más populares que otras, por su musicalidad y entonación. Y, como en el caso de Espinel, a parte de los dos factores antes mencionados, vale destacar el momento histórico que le tocó vivir y los admiradores —muy grandes hombres de letras— que le apadrinaron.
Ahora bien, una “décima espinela” es una variante poética ideada por Vicente Espinel. De allí “espinela”. 8 de ellas aparecen publicadas en su libro Diversas rimas. Esta forma poética cuenta con la siguiente estructura de rima abba.accddc. Cada letra es la sílaba final de cada verso, y, por ende, la rima del mismo.
El punto (.) definitivo
Podrán apreciar acá, a parte de la hoy afamada rima lograda por Espinel y no vista antes de su aporte, otro aspecto: luego del cuarto verso, y no es un error de tipografía, hay un punto. Este está colocado totalmente adrede por este servidor y en otrora por el mismo Espinel.
Y si bien un punto (.) parece algo simple y no tan rimbombante, añadió a esta forma poética una fuerza y expresividad únicas. De hecho —y necesario es acotar—, si bien resultó sumamente ingenioso por parte del poeta (y ha sido recalcado por estudiosos y grandes hombres de letras de antaño y de ahora), él, Espinel, quizá, no previó el impacto de dicho signo de puntuación en lo futuro.
Algunos otros tipos de décimas
Desde sus inicios, se conocen diversas formas de décimas. Esto, por supuesto, respecto a su rima. Aunque, hoy en día están casi olvidadas. Entre estas, se pueden nombrar:
- aabbbcccaa.
- abbaccddcc.
- ababaccddc.
Esta última forma es de Espinel, y también aparece en Diversas Rimas.
Espinel y sus dos grandes padrinos
Ahora bien, aclarado el punto, ¿por qué, entre tantos poetas, la variante de Espinel fue la más arraigada y difundida? Bueno, digamos que Espinel nació con buena estrella.
El poeta, aparte de ser talentoso y estudioso, debió su fama y la difusión mundial de su trabajo a otros dos grandes de las letras: Miguel de Cervantes y Saavedra y a Félix Lope de Vega, quienes, al leer sus espinelas en el libro Diversas Rimas, quedaron anonadados ante la expresividad que había tomado la estructura poética con los cambios que ideó Espinel. Tanto así, que le elogiaron a lo sumo en sus publicaciones.
Algo irónico de la vida, y que es bueno acotar, es que Cervantes y Lope de Vega se odiaban, por lo que, se podría decir que estaban unidos por su admiración a Espinel.
El aprecio de Lope de Vega
Dijo Lope de Vega en un terceto:
“Hónrese bien de sus montañas Ronda,
pues hoy su Espino se convierte en palma segura,
que su nombre el Lete esconda”.
El precio de Cervantes
Y Cervantes escribe:
“Del famoso Espinel cosas diría
que exceden al humano entendimiento,
de aquellas ciencias que en su pecho cría
el divino de Febo sacro aliento.
Mas, pues no puede de la lengua mía
decir lo menos de lo más que siento,
no diga más, sino que al cielo aspira,
ore tome la pluma, ora la lira.
Las únicas 10 décimas conocidas de Espinel
Ahora bien, respecto a las décimas que escribió Espinel —las únicas realmente registradas a su nombre—, sólo hay diez.
Las dos dedicadas «A don Gonzalo de Céspedes y Meneses», que dicen así:
I
“Si puede haber males justos,
éstos, Gonzalo, son tales,
pues de tus trágicos males
sacas generales gustos.
Sepan los pechos robustos,
si en desdichas te embarazas,
que con celestiales trazas,
entre agravios y querellas,
las desdichas atropellas
y las virtudes abrazas”.
II
“En los profundos abismos
de tu desdicha corriente,
¿quién te hizo ser prudente
sino tus trabajos mismos?
Cesaron los parosismos,
haciendo los males cursos;
mas tus trágicos discursos
publicarán tus concetos
en locutorios secretos
y en generales concursos”.
Y las ocho espinelas de Diversas Rimas
Estas llevan el título de «redondillas». Dichos poemas constituyen el número 61 de entre las 86 composiciones o «rimas» que Espinel incluyó en tan importante obra. Son éstas:
I
“No hay bien que del mal me guarde,
temeroso y encogido,
de sinrazón ofendido,
y de ofendido cobarde.
Y aunque mi queja, ya es tarde,
y razón me la defiende,
más en mi daño se enciende,
que voy contra quien me agravia,
como el perro que con rabia
a su mismo dueño ofende”.
II
“Ya esta suerte, que empeora,
se vio tan en las estrellas,
que formó de mí querellas
de quien yo las formo ahora.
Y es tal la falta, señora,
de este bien, que de pensallo,
confuso y triste me hallo,
que si por vos me preguntan
los que mi daño barruntan,
de pura vergüenza callo”.
III
“Suele decirme la gente,
que en parte sabe mi mal,
que la causa principal
se me ve escrita en la frente.
Y aunque hago del valiente,
luego mi lengua desliza
por lo que dora y matiza,
que lo que el pecho no gasta
ningún disimulo basta
a cubrillo con ceniza”.
IV
“Si me os nombran, o si os nombro
vivo lleno de cuidado,
de ordinario recatado
con la barba sobre el hombro.
Que de mil cosas me asombro,
porque en mi poca ventura
no está mi suerte segura,
que quizá dicen las lenguas,
que ha sido por propias menguas
lo que fue por desventura”.
V
“A vos presentar os quiero
desta verdad por testigo,
que a un declarado enemigo
os tengo por verdadero.
Que aunque desdeñado muero,
ser sin razón desdeñado
no es, por lo que en mí ha faltado
que en todo el discurso nuestro,
tan buen gusto como el vuestro
no pudo ser engañado”.
VI
“Sola esta satisfación
me queda de tantos daños,
que nunca en tan largos años
os enfadó mi razón.
Mas ya para más pasión
podrá ser que lo neguéis,
que cuando queréis podéis,
pero a tan grande delito
resta vivo un sobrescrito,
que de mi letra traéis”.
VII
“Esto da fuerza a mi fe
a que su intento prosiga,
y vuesa merced no diga
desta agua no beberé.
Podrá ser que lo que fue
torne a ser como primero,
que en vuestra clemencia espero,
y no he de desesperar,
que no será justo echar
la soga tras el caldero”.
VIII
“El pensamiento cansado
del importuno dolor
busca el estado mejor
(si en amor hay buen estado).
Que a un pecho tan lastimado
ni la gloria le alimenta,
ni la pena le atormenta,
que elevada la memoria,
ni siente pena, ni gloria,
ni el bien, ni el mal le sustenta”.
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